miércoles, 17 de septiembre de 2008

BARRANQUERAS: EL PASADO GLORIOSO EN EL HORIZONTE

En el departamento San Fernando al sudeste de la provincia del Chaco acobijada por las aguas de un brazo del Río Paraná se encuentra Barranqueras o, como suelen decir sus habitantes, "la ciudad portuaria" chaqueña.

La historia que a veces se olvida.
Los motivos por los cuales una persona transcurre su vida en una determinada ciudad generalmente escapa a la voluntad propia. Son muchos los factores que inciden en esto y uno de los más importantes condicionantes suele ser el trabajo, esto lo que promovió la llegada de colonos a Barranqueras, o al menos así lo cuenta la historia.
Según evidencias arqueológicas, la actual zona de Barranqueras estuvo poblada desde antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI por un pueblo belicoso al que estos bautizaron 'mepenes'. Se cree que este es el pueblo originario abipón que luego formarían la reducción aborigen de San Fernando del Río Negro, la cual fue el origen de la población de Resistencia (capital del Chaco).
De acuerdo a distintos datos históricos, la población blanca de la zona comenzó de forma progresiva con la firma de un tratado de paz entre los caciques chaqueños y el gobernador de Corrientes Pedro Ferré. Este tratado permitió el asentamiento temporal de obrajes en la costa de los ríos Negro y Paraná y llegado el año 1857 ya había establecimientos permanentes en la zona.
Por ese entonces, los aborígenes denominados 'lule-vilelas', debido a su destreza en el uso de la canoa, comenzaron a comerciar con la vecina ciudad de Corrientes.
Esta población formó parte de la reducción histórica de San Buenaventura del Monte Alto, que existió desde 1865 a 1873 la cual constituye un importante patrimonio cultural chaqueño postergado.
La guerra de la Triple Alianza motivó la llegada de los primeros criollos en la zona, ya que la ciudad de Corrientes había sido tomada por el ejército paraguayo.
Diversas condiciones favorables para inversiones mínimas de la época motivaron el surgimiento de obrajes como la presencia de un embarcadero en 1870, la mano de obra indígena barata y la alta cantidad de recursos forestales además de el tráfico de armas y bebidas, la llegada de individuos marginados de la ley que no constituyen el orgullo de los barranquerenses pero sin embargo también es parte de su historia inicial. De este modo terminaron de formarse una serie de núcleos de población en la costa oeste del Río Paraná.
El inicio de Barranqueras está muy ligado al de Resistencia ya que este incipiente pueblo que comenzaba a formarse poseía una zona apta para la llegada de productos para la colonia, y la traza inicial de Resistencia llegó hasta el puerto, donde se habían instalado algunos colonos. En 1906 se previeron los terrenos del ferrocarril Santa Fe y el ferrocarril Rural que la conectaba a Resistencia.

Un puerto que dio vida.
El motor de impulso para el crecimiento de la ciudad de las barrancas fue el puerto; en los primeros años el embarcadero que desde los comienzos sirvió para el transporte de mercadería, en 1885 ya contaba con un servicio regular (aunque sin horario establecido) a Corrientes. Pronto el tránsito comenzó a intensificarse, y surgieron varios problemas: la falta de caminos acordes hasta Resistencia, la carencia de un muelle y el reclamo de antiguos propietarios sobre terrenos linderos.

El río era el único medio seguro de transporte en aquella época por lo que pronto el puerto comenzó a atraer fábricas en sus cercanías, y junto con ellos mayor movimiento y obreros que se instalaban en la zona. También comenzó a crecer la producción agrícola del interior del -en ese entonces- Territorio Nacional del Chaco, y la falta de depósitos provocaba el estropeo de numerosas mercaderías por la exposición a la intemperie. La construcción del muelle comenzó en 1921, luego de intensas gestiones locales. Ya se consideraba localmente en ese entonces que Barranqueras -aún con sus precarias instalaciones- superaba en movimiento a todos los puertos del río Paraná salvo el de Rosario.
Estas renovadas instalaciones más el auge del algodón incrementaron el volumen e importancia de los puertos de Barranqueras y Vilelas de forma considerable. En 1947, según recuerdan algunos habitantes, se inauguran los viajes de la balsa automóvil que uniría los puertos de Corrientes y Barranqueras.
Junto con todo el movimiento económico y demográfico comenzaban a aparecer los viejos edificios que hoy forman el casco histórico o que yacen bajo el nuevo trecho de la autovía. Los pobladores de entre 60 y 70 años recuerdan con nostalgia la 'Confitería Santa María' o 'el viejo cine de Barranqueras' que actualmente no es más que un simple paredón. Los habitantes de entre 35 y 45 años rememoran 'boliches' como 'el Alexander' o 'La flota' donde hoy está establecido el Centro Cultural de la ciudad portuaria. Ni hablar de la inmensa mayoría de trabajadores que aún vislumbran en las estructuras oxidadas los restos de fábricas como 'La Fabril', 'La plomo', la Usina, etc.
Barranqueras es rica en historia y como cuentan los que la vivieron, esa historia debe todo su esplendor a lo que un día fue un activo y enérgico puerto el cuál es por estas horas el principal anhelo de sus habitantes cada vez que se nombra 'la reactivación'.

Aquí y ahora.
Hoy en día Barranqueras figura como un municipio de primera categoría, y es históricamente el tercero en importancia de la provincia del Chaco.
Entre los principales cargamentos que salen del puerto como parte del proyecto de reactivación se destaca el algodón, producción minera de Jujuy, extracto de quebracho, maderas, cuero y carbón vegetal (uno de los productos con mayor crecimiento en los últimos años). Como principales obras para promover la mayor utilización del puerto se encuentra el dragado desde Santa Fe al Norte para que lleguen buques de gran calado, y la reactivación del Ferrocarril General Belgrano, que supo unir en algún tiempo atrás a Salta con esta ciudad.
El crecimiento poblacional a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI se dio como consecuencia de la extensión de la ciudad de Resistencia, a la que Barranqueras sirve de ciudad anexa o relegada, y no como parte de un movimiento económico propio como fue la situación en los inicios.
La actividad comercial es cada vez más importante en la zona, agrupándose en torno a la Diagonal Eva Perón (principal, aunque corta, avenida) los principales comercios. En Barranqueras se mezclan algunos barrios de clase media-alta junto con algunas de las barriadas más numerosas y pobres del Gran Resistencia.

El protagonismo de las barrancas.
El origen del nombre es variado, hay algunas evidencias de que el lugar era llamado Barranca de San Fernando a mediados del s. XIX. El nombre deviene de las altas barrancas presentes en la zona (que incluye algunas islas cercanas como la isla Santa Rosa). La denominación de Barranqueras (sinónimo de barrancas) sin embargo fue la que se impuso en la misma época, no se sabe bien por que el término Barranqueras sustituyó al de Barrancas. Otra versión afirma que en el lugar existía desde mediados del siglo pasado una barraca, o sea un depósito de pieles y cueros que previamente secados y salados se acumulaban allí para su posterior comercialización. Los primeros pobladores se habrían referido entonces al lugar como la barranquera. De todos modos, la primera versión es mucho más aceptada.
Barranqueras denominaba no sólo a la actual ciudad, sino al brazo del río Paraná que allí discurre (riacho Barranqueras), y a la isla situada en frente de la misma, que conservó la denominación de isla Barranqueras hasta 1958 y hoy es conocida como "Isla Santa Rosa".

Lejos de 'la parte visible' que muestra en la actualidad esta población se esconden décadas de historia y auge olvidado además de paisajes ocultos que sólo los lugareños saben apreciar desde la mirada nostálgica y desde la paz que transmite ese brazo del río que acaricia la ciudad. Pequeños muelles, el nuevo dique o las barrancas que aún hoy y por siempre acompañan a la población, permiten serenarse y compartir una siesta de mates con la costa a los pies y el sonido de pájaros al compás del sol reflejado en el Paraná.
Reportaje escrito por: Laura Gómez (Redactora invitada)

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