miércoles, 5 de noviembre de 2008

MARAVILLAS Y ENCANTOS DEL NORDOESTE ARGENTINO

Hay ocasiones en que uno sienten que las playas ya llenan hasta el hartazgo las fotos de sus vacaciones, que las sierras parecen siempre iguales y uno intuye que está necesitando una propuesta distinta; el noroeste argentino es la repuesta al cambio esperado, con cientos de recursos para enamorar al turista que lo visite. El sol a la vuelta de una curva cambiando los colores del paisaje, la puna plagada de llamas y cardones aguardan en el recorrido por los impensables lugares que esconden Salta, Jujuy y Tucumán.
Las construcciones coloniales de las capitales de estas provincias se conjugan con las propuestas modernas y conforman un sin fin de combinaciones impacientes por fascinar a los viajeros que lleguen desde los más diversos lugares. Los turistas que pasaron por estos sitios así lo confirman y los extranjeros no dudan en sumar el noroeste a sus diarios de viaje.
Un poco más allá de las capitales, unos pueblos ocultos esperan por aquellos que prefieren regocijarse con el silencio y maravillarse con la escala cromática natural reflejada dentro de los paisajes norteños.
Una de estas propuestas es San Antonio de los Cobres, un pueblo típico de la Puna salteña que se ha hecho famoso por ser parada del Tren a las Nubes. El recorrido desde Salta llega hasta el viaducto La Polvorilla es uno de los paisajes únicos. De casas bajas, de su edificación se destaca el barrio del personal de la Gendarmería y la Aduana. Durante todo el año el clima es ventoso y muy frío. La oferta hotelera es reducida, aparte de una única hostería de buen nivel, se puede encontrar otros hospedajes con poca infraestructura, pero mucho mas económicos. Los atractivos turísticos que se pueden conocer desde aquí son escasos pero los paisajes que se divisan desde la ruta o desde el Tren son hermosos. Usualmente se llega a San Antonio de los Cobres como parte de una excursión que viene desde la ciudad de Salta, o si se decide tomar el rumbo a Chile por el paso de Sico (tener en cuenta que no suele estar siempre en buen estado).
Otra de las propuestas a las cuales no hay que dejar pasar si se llega a Salta es Cachi, Cabecera del Valle Calchaquí, es un somnoliento oasis en medio de la polvorienta RN 40. Cachi significa en lengua kakana (la lengua más antigua del lugar) "sal". Los aborígenes habían confundido la plateada cumbre del nevado de Cachi con una salina. Su suelo es fértil, apto para la siembra de hortalizas y legumbres, pero por sobre todo, del producto típico de la región: Los pimientos. Es imperdible un paseo por los alrededores para ver cuando secan los pimientos que pintan el paisaje de un color rojo furioso. Visible desde gran parte del pueblo, el imponente nevado de Cachi, con sus 6380 metros sobre el nivel del mar, corona los Valles Calchaquíes y la Cuesta del Obispo forma otro de los inigualables paisajes ruteros que no se puede obviar.
Tampoco puede quedar ausente la tierra del vino salteño, Cafayate. Ubicada en forma solitaria en un ensanchamiento de los Valles Calchaquíes, la ciudad de Cafayate quedó relativamente "aislada" del resto de los centros urbanos de la zona, lo que contribuye a su particular e inimitable "estilo". Recorrer las calles de Cafayate es una experiencia placentera y atractiva, es común encontrar movimiento turístico extranjero, y sobre todo, mucha juventud. Otro detalle para no perderse es dar un paseo por la Quebrada de Las Conchas; visitar unas bodegas (cuentan con amables guías que explican los procesos de producción), y darse una vuelta por las ruinas de Los Quilmes (el mayor asentamiento precolombino conservado de todo el país).
Tomando rumbo hacia San Salvador de Jujuy y en camino hacia el norte de esta ciudad, se abre paso a otras innumerables propuestas en la Quebrada de Humahuaca, como por ejemplo:
Purmamarca: Enmarcada por espectaculares cerros de colores únicos en todo el país, la fisonomía de esta hermosa localidad se mantiene intacta desde el siglo XIX. Sobre la plaza central está la iglesia, construída en 1648, frente a la cual tiene lugar los fines de semana una activa feria artesanal con productos típicos de la quebrada.
Humahuaca: Fue un centro de importancia en la época de la colonia, originado en la transformación del poblado omaguaca preexistente que poseía un tambo o posada de los tiempos incaicos. El tiempo parece no haber transcurrido desde aquellas épocas, y sus calles conservan la fisonomía histórica en su edificación y sus angostas calles empedradas. La iglesia (1641), consagrada a Nuestra Señora de la Candelaria (Fiesta patronal los días 1 y 2 de febrero), contiene obras de valor artístico como la propia talla de su virgen patrona y los doce profetas, de Marcos Sapaca, de la escuela cuzqueña. En el Cabildo, un antiguo reloj, mueve una imagen en tamaño natural de San Francisco Solano que todos los mediodías aparece detrás de una puerta para impartir la bendición a los presentes en la plaza, mientras una colorida mezcla de coyas y turistas completan el escenario.
Iruya: Su nombre significa "paja brava" o "lugar de los pastos altos", es un apartado, muy apartado pueblito que mantiene la más pura esencia Humahuaqueña, con sus casas, sus empinadas calles de piedra, y la simpleza de su gente. En sus alrededores se puede encontrar las ruinas precolombinas de Titiconte. Todos los 1º de Agosto se celebra la "Fiesta de la Pachamama", y el primer fin de semana de Octubre se realiza una particular celebración en honor a la Virgen del Rosario, donde se confunden de manera singular lo pagano y lo religioso. Cientos de puneños de la zona se congregan para participar de los actos religiosos cantando, rezando, y tocando sus instrumentos autóctonos: quenas, cajas y sikus, acompañados por el baile típico de los cachis, que simbolizan la lucha entre el bien y el mal. Imposible dejar de conocerlo, está tan solo a 74 km de Humahuaca.
Un poco más hacia el oeste, nos encontramos con otros paisajes más áridos pero no por ello menos hermosos, plagados de salinas, suelos áridos y vistas hacia la Cordillera de los Andes:
Paso de Jama: Es un paso que viene recibiendo en estos últimos años una atención especial por los gobiernos de Argentina y Chile. Tanto del lado Argentino como del Chileno, hay un pavimento recién estrenado en excelente estado. Es el paso hacia Chile más recomendable del Noroeste Argentino, usualmente en mejores condiciones que el paso de Sico, en Salta, ya que no suele cortarse ante lluvias y nieve, y es menos solitario debido a que es la vía más directa de comunicación entre San Pablo (Brasil) y el Océano Pacífico, forma parte del corredor bioceánico. El camino hacia el límite parte desde Susques y atraviesa extensas planicies típicas de la puna, salpicadas por salares y conos volcánicos de más de 5000 metros de altitud. Es un camino espectacular que en ocasiones trepa por sobre los 4000 metros, aunque sus pendientes no sean muy pronunciadas. Camino a estas tierras desde Purmamarca se emprende el viaje por una vista maravillosa encunada en la Cuesta del Lipán.
Susques: A fines del siglo XVIII, Susques era un importante centro minero de la Puna Atacameña. En los años posteriores, el pueblo perteneció a Bolivia, a Chile y luego de un arbitraje de límites paso a integrar el territorio nacional Argentino. Como la mayoría de los pueblos jujeños, Susques conserva la auténtica esencia puneña. Imperdible una visita a la Iglesia y un paseo por el pueblo. Yendo por la RP 16 hacia el Oeste, a unos 15 km se llega a la Quebrada del Taire, desde la cual se obtiene una buena vista que permite apreciar la planicie sobre la cual se asienta el pueblo. Cerca de acá también está la posibilidad de intentar la pesca de truchas en unas lagunas cercanas,
Emprendiendo camino hacia San Miguel de Tucumán, surgen nuevos lugares que visitar, como:
Tafí del Valle: Esta Villa enclavada entre las montañas está dotada de belleza natural y de un alto valor cultural. Su nombre deriva del vocablo diaguita Taktillakta (“Pueblo de entrada Espléndida”). Hasta 1943, (año en el que se construyó el camino que serpentea la ladera de la montaña) el acceso sólo podía realizarse a lomo de mula. En la actualidad es el principal centro turístico de Tucumán. Se encuentra a 107 km de la capital de la provincia y a 1976 metros sobre el nivel del mar, los últimos 60 kilómetros se recorren por un camino paradisíaco rodeado de la denominada Selva Tucumana. Tafí es una excelente combinación de montañas, ríos y un clima que invita a visitarla en cualquier época del año, ya que sus temperaturas promedio son de 26º C en verano y 16º C en invierno. Entre otras cosas, uno se puede deleitar con la cocina regional, que incluye el famoso “Queso Tafinisto”.
Amaicha del Valle: Amaicha (pronunciado sin acentuar) tiene el privilegio de ser uno de los mejores microclimas del país. Estudios realizados por la Secretaría Nacional de Deportes señalan que es el lugar ideal para la práctica deportiva de altura de alto rendimiento. Más allá de esto, Amaicha es reconocida por sus productos artesanales y por lo bien que conserva su orgulloso pasado. Hay servicios básicos de alojamiento y un camping con agua caliente, piscina y otras comodidades. Hace más de 200 años que los descendientes del cacique Francisco Chapurfe administran estas tierras mediante una sociedad, la Comunidad de Amaichá, única organización indígena de su tipo en el noroeste argentino. Hoy en día es una pequeña población, famosa por sus artesanos y tejedores de tapices. En Amaicha del Valle se encuentra el Museo de La Pachamama, otra propuesta que no se debe pasar por alto, además del recorrido hacia las ruinas de Quilmes, algo así como un ‘Machu Pichu en versión muy pequeña’ pero pintoresca que tenemos en la Argentina y que muchos desconocen.
San Javier: Se encuentra a 25 km de San Miguel de Tucumán. Es una villa veraniega ideal para descansar de los calores de la ciudad, gracias a su altura de 1150 msnm, la cual contribuye a atemperar el clima. Es posible visitar numerosos atractivos naturales ubicados en el Parque Sierra de San Javier: Parapente, trekking, cabalgatas, mountain bike, etc. son algunas posibilidades. En los últimos años ha cobrado gran importancia la práctica de parapentismo, gracias a una plataforma natural de saltos llamada Loma Bola. Una visita ideal a esta zona se complementa con viajes a Villa Nougués, Raco y El Siambón, a fín de conocer los distintos valles y zonas selváticas de las yungas tucumanas.

En los alrededores de los lugares nombrados las maravillas naturales siguen inundando toda la región y se esconden en recovecos ocultos llenos de historia y cultura en demasia. ¿Queda alguna duda de que esta propuesta distinta va a inundar de belleza la vista del viajero que se anime a explorarla? El verano es un buen momento para cambiar de aire y maravillarse. El noroeste argentino sin duda se apresta y tiene las condiciones para recibir a los turistas más diversos con miles de opciones encantadoras.


REPORTAJE ESCRITO POR: ´MARÍA LAURA GÓMEZ (Redactora invitada)

(*) Fuentes: Portal ruta0 y experiencias propias de la autora.

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